martes, 17 de enero de 2012

POESIA PARA EL ALMA (América, 6-1-2012)

     La poeta argentina Diana Bellesi escribió que la acción de la poesía es regenerativa. En la película un poeta, dando una clase a principiantes, dice que lo difícil no es escribir un poema, sino que el corazón se abra como para hacerlo. Cuando la protagonista lo consigue,  la lectura de su poema la transforma y -como en una cinta sinfín- vuelve al inicio: las imágenes del principio son las del final.Toda la película es un poema que se va creando hasta que el círculo se cierra.
       Quinto film del surcoreano Lee Chang-dong, POESIA... es la tranquila descripción, durante más de dos horas, del cotidiano acontecer de la sexagenaria Mija (Yun Jeong-hie): su trabajo de ayudar a un  viejo discapacitado, la difícil convivencia con un nieto que casi la ignora, su hija lejana, el cuidado casi ritual de su apariencia.Ante un par de sacudones (le diagnostican Alzheimer, su nieto ha cometido un delito), su pequeño mundo se convierte en un melodrama. Ingresa a un taller de poesía, para retener el valor de las palabras que se le escapan día a día, sufre por las consecuencias (económicas en principio) de lo que su nieto ha hecho, su asistido quiere probar su hombría antes de morir. Compartiremos su dura tarea, paso a paso, hasta el deslumbrante poema que leen mientras ella lo corporiza:
Canción de Agnes, por Yang Mija.


¿Cómo es allí?
¿Cómo de solitario?
¿Brilla rojo el atardecer?
¿Cantan los pájaros como cantan en el bosque?
¿Puede llegarte la carta que no me atreví a enviarte?
¿Puedo hacerte llegar la confesión que no me atreví a hacer?
¿Pasará el tiempo y se marchitarán las rosas?
¿Es tiempo ahora de decir adiós?
Como el viento que perdura y después se va,
como las sombras.
Por las promesas que no llegaron
por el amor sellado hasta el final
por la hierba que besa mis tobillos cansados
y por los pasos menudos que me siguen
es hora de decir adiós.
Ahora, cuando cae la oscuridad
¿se encenderá de nuevo una vela?
Aquí rezo
nadie debería llorar...
y para que sepas
qué profundamente te amé.
La larga espera en medio de un cálido día de verano.
Una vieja senda parecida al rostro de mi padre.
Incluso la solitaria flor salvaje apartando la vista con timidez.
Qué profundamente te amé.
Cómo se agitaba mi corazón al escuchar tu vaga canción.
Te bendigo
antes de cruzar el río negro
con el último aliento de mi alma.
Estoy empezando a soñar
una brillante mañana soleada.
Me despierto de nuevo cegada por la luz
y te encuentro
apoyándome.

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